en España
Parte 1.

Mi casa estaba ubicada en la ladera del Monte de los Almendros, a 243 metros sobre el nivel del mar, donde el olor salado del aire y la brisa del mar se mezclaban con el aroma de los almendros. En mi barrio vivían personas de 20 países diferentes, incluido el entonces rey de Camerún, cuyo majestuoso palacio de 63 habitaciones estaba ubicado en la ladera debajo de mi casa, como un trono que gobernaba todo el valle.

Mis vecinos eran personajes famosos en sus propios países, como Inglaterra, Estados Unidos, Argentina, Canadá, África, Alemania, Francia. Entré en ese momento en el Club Internacional Monte de los Almendros, donde conocí a muchos jubilados. Los miembros del club se reunían los fines de semana para celebrar cócteles, que siempre se organizaban en las casas grandes de los distintos socios y a los que sólo se podía acceder mediante invitación. Siempre estuve invitado, y cuando entré al club en ese momento tenía solo 31 años, era el socio más joven del club.

Esta vez fue como sacado de una película, ya que conocí a mucha gente interesante, como actores, artistas famosos y orfebres. Desafortunadamente, todos los miembros de este club ya han fallecido, ya que hace 29 años, cuando me uní al club, ya tenían más de 70 años. Pero sus recuerdos e historias aún viven en mí y son parte de lo que soy hoy.

En 1995, mi vida dio un giro inesperado cuando asistí a un evento benéfico del club Monte de los Almendros celebrado en el pintoresco Hotel Salobreña. Esta no fue una ocasión cualquiera, fue un momento que cambiaría mi vida. -

Mi obra de arte, llena de pasión y vida, fue subastada. La emoción era palpable cuando las ofertas subieron y, finalmente, la pareja inglesa ganó la subasta. Había una expresión en sus rostros que combinaba admiración y asombro; fue un momento que nunca olvidaré. -

Pero lo que hizo que este momento fuera realmente significativo fue que el importe total de la pieza fue donado a un orfanato. Sabía que era parte de algo que se sentía bien. -

La ocasión fue memorable porque tenía que ser el centro de toda la audiencia internacional. Fue aterrador, pero fascinante al mismo tiempo. -

Después de esto fui aceptado como socio del club Monte de los Almendros.Fue un momento que consolidó mi lugar en este nuevo país al que había entrado.